En Latinoamérica existen alrededor de 85 millones de personas con discapacidad, según la OMS. Expertos indican que un 72% de estas personas prefiere no acudir a restaurantes por temor a no encontrar condiciones de accesibilidad suficientes. Especialistas sostienen que acondicionar los locales gastronómicos no solo representa una medida antidiscriminatoria, sino también una decisión comercial inteligente.
Según los expertos en la temática, un restaurante accesible es aquel que garantiza una propuesta gastronómica para todos. Se trata de una definición intencionalmente amplia, porque su objetivo es incluir y transmitir un mensaje claro: todos tienen derecho a acceder a espacios confortables y amenos, sea cual sea su condición física, mental o sensorial. A partir de este precepto, la Dra. Betina Anzilutti, magíster en accesibilidad y diseño de ciudades inteligentes (grado universitario que solo poseen 28 latinoamericanos), aclara que existen dos tipos de accesibilidad: tangible e intangible
La primera refiere a aquellos aspectos que hacen al diseño físico de los espacios, mientras que la segunda apunta al grado de conocimiento y empatía con el que el personal atiende a las personas con discapacidad. La especialista, quien expondrá sobre esta cuestión en Hotelga 2025, insiste en que es un error considerar este tipo de medidas como demandas de segundo orden: “El 15% de la población mundial posee alguna discapacidad, y la OMS considera a la accesibilidad como uno de los 4 elementos esenciales del derecho a la salud. 72% de estas personas no acude a restaurantes u otros establecimientos por temor a la falta de acondicionamiento”.
Algunas medidas relacionadas con la accesibilidad tangible ya son parte de la cotidianidad de los restaurantes argentinos, e incluso están reguladas por ley, como las rampas de acceso y los baños adaptados. Otras, como la implementación de señalización y menús en braille, o la inclusión de superficie podotáctil, cada vez ganan mayor adherencia en los locales. Implementar estas propuestas puede representar un costo mayor, pero Anzilutti afirma que por la alta demanda de mercado que existe alrededor de la accesibilidad, proveniente de potenciales clientes con discapacidad que existen en el país: “Incorporar la accesibilidad no es un gasto, es una inversión”.
Para saber, hay que aprender
Así como la accesibilidad tangible implica conocimiento sobre las regulaciones y recomendaciones en torno al acondicionamiento físico de los establecimientos, la intangible requiere el compromiso de todo el personal de un restaurante. La atención es un elemento fundamental en la experiencia gastronómica, y quienes atienden a las personas con discapacidad deben estar preparados para generar espacios cómodos e incluyentes. Para lograr esto, la mejor herramienta probada es la capacitación teórica y práctica.
Desde el trato en la recepción hasta la comunicación en redes sociales, la accesibilidad intangible atraviesa todos los modos a través de los cuales las personas con discapacidad se vinculan con los restaurantes, el nivel de empatía y profesionalismo de quienes están al frente de estas tareas. Los referentes del sector reconocen que, en los últimos años, el interés por cumplir con los objetivos de accesibilidad ha crecido, e inclusive entidades como FEHGRA han desarrollado distintas capacitaciones y conferencias tendientes a avanzar en este sentido.
Garantizar la accesibilidad en la gastronomía es abrir la puerta a nuevos públicos, mejorar la experiencia de todos los comensales y asumir un compromiso real con la inclusión. En un sector que evoluciona y busca destacarse, apostar por este camino no es solo una decisión ética: es también una oportunidad de crecimiento.