Representantes de relevantes espacios expositivos nacionales e internacionales reflexionan, en el foro “Patrimonio: Experiencias de Futuro”, organizado por Turium, con la colaboración de GVAM sobre la implantación de las nuevas tecnologías como detonante para la generación de vivencias transformadoras.
Las herramientas digitales pueden actuar como un poderoso catalizador para fomentar la cultura, el conocimiento y elevar las propuestas turísticas al crear interacciones y e ir un paso más allá de la mera contemplación. Esta es una de las conclusiones que deja el foro “Patrimonio: Experiencias de Futuro”, organizado por Turium, con la colaboración de GVAM, el pasado 15 de octubre en la Casa de l’Almoina de Barcelona.
La jornada se abrió con una entrevista que realizó Germán Jiménez, director general de Turium, a Evelio Acevedo, director gerente del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, quien puso en foco en la necesidad de reinvención de las pinacotecas tradicionales para captar la atención de nuevos visitantes. “Tenemos una colección permanente única, por su diversidad y calidad, pero eso no es suficiente hoy en día, hay que dar un paso más si queremos impactar. Cuando yo llegué este era un sitio conocido en el ámbito artístico, pero no turístico, y la crisis nos enseñó que había que salir a vender. Hay que pensar mucho en los distintos públicos, saber qué les vas a ofrecer, dotarte y de la mayor profesionalidad en el equipo y ser muy sensible a los intermediarios del sector turístico”, apuntó.
Acevedo hizo hincapié en la necesidad de adoptar una visión marketiniana y apostar por la escucha activa: “Ya no se puede hablar de un target homogéneo, hay que pensar en las múltiples inquietudes que tiene la gente y asumir que el papel del museo en el siglo XXI es el de convertirse en una herramienta de crecimiento personal”. Además, señaló la importancia de ser sostenibles: “Este ha sido uno de los factores que nos han permitido tomar impulso. Y es que en la vida lo que no tiene utilidad desaparece, por eso yo creo que los museos deben tener una función social. Hay que aprovechar el arte como un elemento que nos habla de nuestra identidad y de nuestros valores, abriéndonos a la diversidad, a la inclusividad. Y esto hay que transmitirlo dando ejemplo, porque el arte no es solo para una élite. Cada exposición es una historia que nos aproxima a personas, a momentos concretos. Se tiene que interpretar holísticamente, porque todo está relacionado”.
Concluyó el director gerente del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza afirmando que la digitalización está impactando muy positivamente en los espacios expositivos. “La tecnología nos permite conocer los problemas y ser más eficientes en los procesos internos, porque un museo es una empresa a fin y al cabo. Y, por otra parte, nos permite ser mucho más ricos en contenidos y en el impacto de lo que hacemos. Nos abre el museo al mundo entero. A nosotros, por ejemplo, nos siguen desde Nueva Zelanda, en China, etc., y esto nos obliga a abrir nuestra mente y ampliar nuestro concepto de lo que tenemos que entregar, pensando no solo al visitante que entra por la puerta”, concluyó.
El impacto de la tecnología en la cultura y el turismo
A continuación, Jaime Solano, CEO de GVAM, expuso la aportación de recursos como la realidad aumentada, la inteligencia artificial, los chatbots… a las experiencias culturales y de ocio. “Ciertos espacios o monumentos requieren de una narración para poder comprenderse en toda su complejidad. Dejando de lado el concepto tradicional de audioguía, podemos apoyarnos en la tecnología y en guías inteligentes o, incluso, en los teléfonos móviles para ampliar la experiencia de la visita. De hecho, es una necesidad que reclama cada vez más el visitante”.
Entre los objetivos de herramientas como las audioguías, está no solo el de comunicar, sino también el de educar. “Además, permiten ordenar la densidad informativa y la complejidad de la información. Y, por supuesto, también tienen una finalidad económica, pues supone un incremento notable de los ingresos para los museos, se calcula que en torno a un 7% más. Muchas veces la conexión con los destinos se establece gracias a la vinculación con sus enclaves o monumentos icónicos, que se convierten en el motivo principal para ir a esas ciudades. Por ejemplo, La Alhambra es el vector principal para viajar a Granada”.
Jaime Solano también insistió en la necesidad de reforzar la marca del museo. “La marca debe ser el centro. En un parque Disney, respiras el mundo Disney en todo. Lo que ocurre dentro no lo vas a encontrar en ningún sitio más, y eso es lo que tenemos que reforzar en los museos. Nosotros ayudamos a crear ese concepto de experiencia única y mantenerlo a lo largo del tiempo, adelantándonos con innovación a las expectativas del visitante. Por eso es importante disponer de servicios exclusivos y de datos, porque la medición nos permite interpretar cuál es la necesidad y cómo satisfacerla”.
Vivimos en el tiempo de la inmediatez y eso puede eclipsar la experiencia. No obstante, el experto advirtió de la amenaza de convertir la cultura en algo efímero. “La inteligencia artificial debe ser usada en nuestro favor, tiene que ayudarnos a establecer conversaciones bidireccionales fluidas con los usuarios. Cada museo puede establecer qué nivel de conversación quiere establecer a la hora de introducir la tecnología. Pero, más allá de esto, todo lo que signifique banalizar el arte o hacer que se pierda el mensaje es un escenario en el que ni nosotros ni las instituciones con las que trabajamos queremos estar”, sentenció.
La innovación como canal para el conocimiento
El encuentro prosiguió con la primera de las dos mesas redondas, “Digitalización y tendencias en la gestión patrimonial”, que inauguró Albert Sierra, responsable de Innovación en la Agencia Catalana de Patrimonio Cultural. “La tecnología es la respuesta un problema, pero no tiene por qué ser el punto de partida. No se trata de hacer mero espectáculo con las tecnologías digitales, sino de ofrecer un viaje en el tiempo que guíe la mirada del visitante y le lance preguntas. Estos medios nos permiten combinar la realidad, lo que existe, con la hipótesis, potenciando el interés cultural de la visita”.
No obstante, este historiador del arte remarcó que no siempre debemos apostar por la realidad virtual: “Barcelona es, probablemente, la ciudad del mundo que más exposiciones inmersivas tiene, se ha convertido en una moda. Las tecnologías han conquistado territorios hasta ahora inaccesibles, porque tienen la gran capacidad de llegar a todo el público sin limitaciones físicas o de horario y promover nuevos discursos. Pero, en muchas ocasiones, quizá lo interesante sea acompañar la experiencia simplemente de una hoja impresa o una guía multimedia. Depende de lo que sepamos identificar como valor”.
Coincidió con este planteamiento Montserrat Aguer, directora de los Museos Dalí, quien destacó la figura del artista de Figueres, un adelantado a su época y que usó todas las tecnologías que en aquel momento estaban a su alcance. “Dalí se definía como un pintor teatral. Para él el espectador era fundamental, por eso siempre trataba de provocar una turbulencia para que no quedara impasible ante una obra, le interpelaba. Creó el método paranoico crítico mediante imágenes dobles y otras ilusiones ópticas, porque le interesaba la realidad no solo como es sino también como la percibimos. Quería perturbar al visitante para que cuando saliera siguiera cuestionándose y buscando más información", afirmó.
"Desdibujó las líneas entre las artes y las ciencias, solo hay que contemplar su obra La cuarta dimensión, que pintó en 1979. Supo entender que en este mundo global lo singular tiene su valor. Por eso nuestro museo es inmersivo, pero también físico, buscando llevar al extremo eso que él propugnaba de que entrásemos en su cerebro. Sin duda, las tecnologías nos han facilitado este camino, pues además de servirnos para promover la difusión, y como una vía de información, nos ayudan a profundizar más en una obra”, concluyó Aguer.
Cierto paralelismo encontramos en la figura de Gaudí, todo un visionario en su época. Así lo expresó, Marc Martínez, director de Operaciones en la Sagrada Familia: “Fue un arquitecto que estaba por delante en el campo de la innovación, del cálculo estructural, del paisajismo… No solo fue un genio en su disciplina, sino que supo mirar más allá e integrar otras en su obra, porque él entendía la innovación como un vehículo. Aplicó el gran conocimiento que tenía de la naturaleza, de la liturgia, etc., y hoy en día seguro que hubiera aprovechado el desarrollo digital, pero lo hubiera usado como instrumento, no como fin en sí mismo, que a veces es lo que le hace perder sentido".
Como explica el experto, "en su momento había retos arquitectónicos que no se podían resolver con las herramientas de las que disponía, pero él animó a las generaciones futuras a emplearlos para proseguir con ese espíritu de modernidad de la basílica. Y es lo que se está haciendo hoy en día; a nosotros la tecnología, la simulación 3D y los programas de dibujo nos han ayudado enormemente en este proceso”.
Más allá de lo físico
El segundo panel, “El museo phygital: ¿una nueva realidad híbrida?”, se abrió con la intervención de Adam Clarke, exhibition manager en el Moco Museum de Ámsterdam, quien puso el foco en las nuevas generaciones: “Muchos de nuestros visitantes son millennials y generación Z, por lo que queremos construir un museo que sea reflejo de nuestro tiempo. Nos centramos en cómo podemos seguir siendo relevantes para los artistas que combinan la experiencia digital y física, y cómo esta idea también puede conectar con la audiencia. El 50% de los visitantes lo hacen por primera vez, por lo que queremos crear una experiencia memorable, trabajando en un aura cómoda”, dijo.
A este propósito, David Díaz, responsable de Desarrollos Digitales en Museo Guggenheim de Bilbao, apuntó que “hoy en día nadie se cuestiona si habrá o no transformación digital, sino el qué nivel se quiere posicionar cada organización.
Hay que centrarse en cómo mejorar procesos y herramientas, cómo impulsar la tecnología internamente, que ayude y apoye los procesos del museo, al tiempo que resulte útil y satisfactoria para el visitante, que no sea un estorbo. Cada vez hay más exposiciones con un componente tecnológico protagonista y a medida que pase el tiempo veremos muchos más avances”.
Elena Villaespesa, manager de Analítica Digital en The National Gallery of Art de Washington, apuntó que en esta institución cultural se llevan a cabo distintos proyectos que promueven la experiencia híbrida. “Es fundamental trabajar de una manera ágil y cambiar la mentalidad tradicional. No podemos tener el arte de un lado y la tecnología del otro, necesitan fusionarse. Nosotros realizamos estudios en torno a las motivaciones, con el fin de desarrollar un producto donde la experiencia digital cumpla con las expectativas. Algunos visitantes vienen porque quieren aprender, otros porque quieren sentir el arte, otros porque anhelan tener una experiencia social, otros para conectarse con su cultura… Por eso las pruebas de usuario son útiles porque permiten conectar con las audiencias actuales y alcanzar otras nuevas”. Los tres participantes pusieron sobre la mesa la necesidad de que los museos se mantengan alerta, pues los cambios y avances en este campo se suceden a gran velocidad.
Clausuró la jornada Josep Maria Turull, canónigo de la Catedral de Barcelona, quien manifestó que todas las implementaciones tecnológicas que se han realizado han supuesto un enriquecimiento de la visita. “Sin olvidar lo más importante, que es el culto, hay que decir que esta ha sido una de las catedrales más innovadoras. Antes de terminar el siglo XX ya puso en marcha las visitas turísticas y, desde entonces, ha acogido multitud de eventos de carácter cultural. En este paso hacia delante, en 2018 empezamos a ofrecer servicios digitales al público para que entendiera y conociera más a fondo este lugar. Un punto clave fue la incorporación de audioguías. Lo hicimos de una forma muy prudente, pero ya es parte obligada de la visita, porque la enriquece enormemente. Posteriormente hemos introducido la realidad virtual, que permite contemplar de una manera distinta la catedral, y hemos de decir que el grado de satisfacción del público ha aumentado considerablemente. Ahora nuestro reto futuro será incluir la realidad aumentada”, concluyó.
Por Virginia Lombraña para https://www.turium.es