Marcando una enorme frontera con Israel y escasos kilómetros de uno de los grandes conflictos que atenazan al mundo, un pequeño país de la región no podría haber acumulado más noticias en contra. Jordania, que vive del turismo, un sector que representa el 14,6% de todo su PIB, se ha encontrado con una guerra a sus puertas, con los vuelos cancelando las rutas a la región y la inestabilidad económica en la zona disparándose. Mientras esto ocurre, el país está atrapado, junto al resto del mundo, en un clima de desaceleración económica mundial por la acción de los bancos centrales, al tiempo que el Canal de Suez está bajo mínimos por los ataques hutíes a buques de transporte en el Mar Rojo. Todo ello, golpeando las economías de los países de la región y prendiendo los precios al elevar los costes. Este cóctel explosivo tendría que estar marcando un colapso económico total. Sin embargo, este pequeño país está creciendo con confianza.
A pesar de que todos los problemas sí que han lastrado sus perspectivas para todo el año, la realidad en el último informe del FMI la caída es solo de dos décimas, pero creciendo un 2,4% pese a todo (tras crecer otro 2,6% en 2023). Además, a partir de 2025 esperan que se reponga y eleve su crecimiento por encima de las cifras del año pasado. Todo esto con una inflación totalmente contenida en el 1,3%, cumpliendo el objetivo de estabilidad. Y no solo es la inflación, sino que el país ha podido reducir su déficit al 2,7% (frente al 3,6% del año pasado). Por su parte, el país ha cumplido en marzo el objetivo de reducción de deuda que se había marcado. "La economía de Jordania ha mostrado resiliencia, incluso con todos los problemas en su entorno gracias a su compromiso con políticas macroeconómicos y reformas estructurales que han implementado hace años", comenta el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Jordania es un país que nunca lo ha tenido fácil, ya muy acostumbrado a que el caos de sus vecinos devenga en enormes desafíos. Primero, las guerras, la crisis del petróleo y luego la primavera árabe llenó de inestabilidad la región, sacudiendo su economía y, posteriormente, tuvo que afrontar una oleada migratoria sin precedentes con la guerra en Siria. Sin embargo, el país del levante ahora se encuentra ante el que posiblemente sea su mayor desafío, ver cómo el turismo se encuentra totalmente amenazado mientras el país, dado su pequeño tamaño y elevada deuda (89% del PIB), tiene que manejar un delicado equilibrio que puede saltar por los aires en cualquier momento.
Reformas y el apoyo de EEUU
El país ha tenido un pasado traumático, con continuas crisis desde los años ochenta ligas a los problemas de la región. Todo esto emergió en 1989 con una crisis histórica de deuda con el colapso de su sistema financiero. Desde entonces el país ha tenido que vivir, sustancialmente, de la ayuda internacional y de las remesas que llegaban de la población que había emigrado. Por ello el país se ha orientado a proteger su economía de cara a las múltiples crisis con una deuda más controlada y estricto control fiscal, ante los posibles cambios extremos a su alrededor.
El último de estos cambios ha sido la Actividad de Reforma Financiera (ERA) firmada con EEUU. Este programa, que arrancó en 2021 y concluye en 2026, implica una serie de cambios para recibir ayudas por parte del gigante norteamericano, al tiempo que desarrolla la economía de la región. Este plan implica una inyección de 1.450 millones de dólares cada año hasta 2029. Entre estas medidas destacan la reducción de barreras regulatorias y burocracia para las empresas y la mejora de la administración tributaria para tener unas cuentas sostenibles en el tiempo. Al mismo tiempo, el país tiene que acelerar la competitividad del sector privado gracias a nuevos mercados de exportación e inversiones. Esto, sumado a otras medidas fuera de la economía, como ayudar a las mujeres a entrar en el mercado laboral.
Para Fitch Ratings este programa de reformas, sumado al estricto control fiscal de los últimos años, ha generado un círculo virtuoso que ha permitido que su economía siga creciendo. "Las calificaciones de Jordania se sustentan en un historial de estabilidad macroeconómica, avances en las reformas fiscales y económicas y un financiamiento resiliente vinculado al sector bancario líquido, el fondo de pensiones público y el apoyo internacional" comenta la agencia.
Respecto a las reformas en sí mismas, "el gobierno mantiene su compromiso de avanzar en su agenda de reformas de tres pilares (económica, administración pública y política) a pesar de los desafíos externos". Aunque la financiación exterior a través de la cooperación internacional es clave. En total, el país estima que recibirá 3.5000 millones de dólares a través de esta vía en 2024, cerca del 6,2% del PIB. En cualquier caso, otros sectores también han logrado crecer pese al fuego de la guerra en sus puertas. La producción manufacturera aumentó un % en mayo gracias a la expansión de su industria textil y de fertilizantes.
La gran amenaza del turismo
El hecho de que el turismo haya vivido un gran shock, con vuelos cancelados por todas partes del mundo, supone una amenaza no solo para su PIB, al ser una parte fundamental. El turismo es la vía principal por el que desde Amán se abastecen de moneda extranjera y así pueden mantener estable el cambio de su divisa con el exterior, una fuente de divisas totalmente esencial para que el Dinar jordano no se hunda, desatando así una temida oleada inflacionaria.
Air Canada, Air France, Air India, American Airlines, Delta, Cathay Pacific, IAG; Easy Jet, Lufthansa... el número de compañías que han cancelado vuelos a la región es interminable. Sin embargo, el transporte no es precisamente el único problema para disuadir a los viajeros. Durante tramos del 2024, en los cuales seguían esperando recibir visitantes, el país se ha convertido en un actor. El ataque con misiles desde Irán a Israel se encontró con Jordania en medio de la trayectoria, lo que llevó al país a interceptar varios de ellos para "no convertirse en un escenario de guerra".
De momento, a pesar de las malas circunstancias, el país ha logrado que el turismo resista con sus más y con sus menos. El primer semestre del año la llegada de turistas ha caído un 7,2%, según datos del Ministerio de Turismo del país. Este dato ha sido celebrado con euforia en el país, que temía un auténtico colapso en las cifras. El mismo ministro atribuía la caída a una "inestabilidad regional" y "en medio de vuelos cancelados e interrupciones, es normal que los viajeros se frustren y no viajan ni a Jordania ni a países de la región". Sin embargo, ¿cómo han conseguido evitar una caída prácticamente total?
Fuente https://www.eleconomista.es/