Cuando hablamos de que el turismo ha sabido sortear la grieta política, poniendo en la mira “el bien común”, como lo declara nuestra Constitución Nacional, no ha hecho otra cosa que ser transversal a la ideología, convocando a todos los sectores que componen a la actividad turística sin importar de qué color político es su bandera.
La pandemia es el golpe más duro e inimaginable que haya sufrido el turismo vernáculo, afectando a todos por igual y dejando al descubierto la fortaleza que generó la unión de públicos y privados, funcionarios y dirigentes, nacionales y provinciales, oficialistas y opositores.
Es cierto que hubo momentos de críticas furiosas, que hasta se manifestaron por primera vez en movilizaciones de agentes de viajes, guías de turismo y transportistas pidiendo cada una de ellas medidas urgentes para salvaguardar las fuentes de trabajo.
Sin embargo, el diálogo de la dirigencia logró que los funcionarios recién llegados comenzaran a entender de qué iba el negocio turístico y la necesidad de buscar nuevas medidas que permitieran salvar una actividad que daba trabajo a varios miles de trabajadores desde Ushuaia a La Quiaca.
Desde aquel primer encuentro con el presidente de la Nación, Alberto Fernández, allá por abril del 2020, a los que luego se sumaron otros con el ministro de Economía y Finanzas, con el de Desarrollo Productivo, con el de Trabajo Empleo y Seguridad Social, con el de Transporte y hasta con la ministra de Salud; el turismo demostró que es una actividad que moviliza las economías regionales y su desarrollo sustentable excede largamente los límites del AMBA y se extiende a todo el país.
En cada ocasión la Cámara Argentina de Turismo, el Consejo Federal de Turismo y el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación se presentaban como un bloque, mostrando una imagen de unidad pocas veces vista en la política argentina.
Las medidas adoptadas por la Administración Fernández se implementaron en todo el país, sin importar el partido político que gobernaba en cada provincia, al igual que las obras de infraestructura que se están llevando a cabo para mejorar la oferta turística de los destinos.
Sólo como ejemplo podemos citar que en Jujuy se están realizando mejoras en Purmamarca, en Volcán y en la propia ciudad capital; en Corrientes hay obras relacionadas con la historia jesuítica; en Córdoba se realizan mejoras en el Parque Nacional Quebrada del Condorito y en las Unidades de Embalse de Río III; entre otras. Todas provincias con un signo político diferente al del gobierno nacional.
El sector luchó con madurez y firmeza contra sus propias miserias para que se entendiera que nadie se salva solo y lo logró a través de sus dirigentes.
En estos días, el cuestionado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional puso a prueba la madurez de nuestros legisladores y grande fue la sorpresa con el resultado obtenido en la votación realizada en el Congreso Nacional; aunque más sorpresa causaron los argumentos que llevaron a ese resultado, porque nos indican claramente que los unió el espanto, no el convencimiento de estar pensando en el país que viene.
En turismo la transversalidad provoca que cada parte que lo compone esté convencida de la necesidad de ir todos juntos hacia la recuperación del sector, porque el convencimiento está en un objetivo común a todos, la recuperación del negocio turístico pensando en el futuro que viene.