La semana pasada los aeropuertos de Rosario y Córdoba volvieron a vivir la experiencia de ver aterrizar y partir aviones que no eran sólo de Aerolíneas Argentinas. Un hecho que hasta marzo del 2020 era habitual se transformó en un impensado volver a vivir.
Después de una larga ausencia Copa Airlines aterrizaba en la ciudad santafesina y Air Europa en la cordobesa, generando la expectativa de ver arribar pasajeros foráneos.
En el mientras tanto, la aerolínea de bandera anunciaba que el domingo 6 de febrero transportó al pasajero 1 millón desde el inicio del año, una cifra que no conseguía en el primer mes del año desde aquel lejano enero del 2020.
El síntoma de mejora es evidente, pero insuficiente para un país de las dimensiones del nuestro. Necesitamos muchos aviones aterrizando y despegando en toda la red de aeropuertos nacionales; y si bien es bienvenido el pasajero 1 millón, estarían faltando más aerolíneas surcando los cielos vernáculos para que sean muchos más los pasajeros transportados.
Tal vez no nos dimos cuenta y las pandemias, la del Covid 19 y la económica, dejó en un segundo plano las bajas de LATAM Argentina, Andes Líneas Aéreas, Avianca Argentina o Norwegian Airlines Argentina. Un montón de aeronaves y personal que ya no están, pero sobre todo muchas rutas con pocas opciones para elegir. Tal vez la revolución de los aviones haya tenido algo que ver, difícil de decir.
Cuando hablamos de incrementar vuelos, rutas y aviones estamos hablando de destinos a los que no les alcanza la buena voluntad de asistirlos de parte de Aerolíneas Argentinas. Necesitan más asientos para que más pasajeros ocupen las camas vacías de los hoteles, por ejemplo.
Argentina se ubica sexta entre los mercados más importantes de pasajeros transportados en avión de Sudamérica, siendo superada por México y Brasil; que tienen mayor cantidad de habitantes, y Chile, Colombia y Perú; con mercados similares en cantidad de habitantes al nuestro y con territorios infinitamente más pequeños.
Parafraseando a un presidente argentino podríamos decir que “estamos mal, pero vamos bien”.
Sin dudas se ha mejorado mucho a lo largo del 2021 y la tendencia indica un aumento en la cantidad de rutas servidas, frecuencias a destinos turísticos y ocupación en los aviones, pero las previsiones más optimistas no hablan de un gran crecimiento de la torta de pasajeros en el corto y mediano plazo.
Una vez más, la incertidumbre atenta contra el negocio turístico en todas sus formas, en esta oportunidad porque para incrementar la capacidad aerocomercial hace falta estabilidad económica y voluntad política a partir del conocimiento. Por ahora ninguna de las dos se estaría dando.